El charrán real habita en ambientes costeros a lo largo del continente americano, favoreciendo regiones con abundantes reservas de alimento y lugares adecuados para anidar. A continuación se detallan los distintos hábitats que ocupan:
Zonas costeras
Los charranes reales suelen encontrarse en playas arenosas, estuarios y lagunas costeras. Estas zonas les proporcionan amplias oportunidades de alimentación, ya que las aguas poco profundas cercanas a la costa son ricas en pequeños peces y crustáceos, su dieta principal. Las playas de arena abiertas también ofrecen lugares adecuados para anidar.
Islas
Durante la época de cría, los charranes reales forman grandes colonias en las islas costeras. Prefieren estas islas porque son menos accesibles a los depredadores terrestres, lo que les proporciona un entorno más seguro para criar a sus polluelos. Las colonias pueden encontrarse en islas barrera, salinas e incluso bancos de arena aislados, donde raspan nidos sencillos en la arena.
Esteros y manglares
Los estuarios y los manglares son hábitats cruciales para los charranes reales. Estos entornos de aguas salobres albergan una vida marina diversa y ofrecen abundantes recursos alimenticios. Los manglares también proporcionan zonas protegidas para descansar y protegerse de las duras condiciones meteorológicas.
Distribución geográfica
Los charranes reales se encuentran a lo largo de la costa atlántica de Norteamérica, desde el sureste de Estados Unidos hasta el norte de Sudamérica, pasando por el Caribe. También están presentes a lo largo de la costa del Pacífico, principalmente en América Central y del Sur. En invierno, algunas poblaciones migran hacia el sur, ampliando su área de distribución para incluir las zonas costeras de América Central y más al sur de América del Sur.
Hábitats estacionales
Durante la época no reproductora, los charranes reales pueden encontrarse en diversos hábitats costeros. Tienden a permanecer cerca de la costa, frecuentando playas, marismas y charcas mareales donde pueden seguir alimentándose eficazmente. Su comportamiento migratorio les permite ocupar hábitats óptimos para alimentarse y sobrevivir durante todo el año.
Esta diversidad de hábitats no sólo favorece sus necesidades de alimentación y reproducción, sino que también pone de relieve la adaptabilidad del charrán real a distintos entornos costeros.